Por los que vienen

Los estudiantes volvieron a las calles acompañados por la Mesa Social de la Educación -un conglomerado de organizaciones sociales que abarcan desde el Colegio de Profesores a los secundarios- en medio de un ambiente socio-político enrarecido por la cacareada desaceleración económica y la aprobación del criticado acuerdo por la reforma tributaria en el Congreso, luego de ser negociada debajo de la mesa por la elite, haciendo resucitar el fantasma de la política de los consensos y cubriendo con un manto de dudas cualquier reforma social en serio que la Nueva Mayoría pretenda llevar adelante. Los partidos decidieron aprovechar el vuelo y re-afirmar su (¿abuso?) potestad y confirmar los cuestionamientos que ya se escuchaban hace rato: no están dispuestos a ceder sus cuotas de poder. Así las cosas, cunde la desconfianza en el modelo de gobierno propuesto en campaña por Michelle Bachelet. De la promesa de escuchar y tomar las recetas que emanaban desde la calle para articular cambios estructurales al modelo, pasamos a la anti-política, esa que se hace en la “cocina” y negociando los intereses de toda la nación por el de unos pocos. Suena cliché, pero así ha pasado con el acuerdo por la reforma tributaria cocinado en el living de Juan Andrés Fontaine -ex ministro de Economía de Piñera- en desmedro del también desprestigiado Congreso. Así las cosas, en el tema educacional, el panorama parece el mismo. “No aceptaremos otro 2006” se escuchó en las calles de Valparaíso. Pero en vista de un modelo educacional segregador y en crisis sumado a la calaña política que aún domina el parlamento, pocos esperan que la reforma educacional se haga de cara a la ciudadanía y dialogando con todos sus actores. A muchos de esos “pocos” le conviene que la cosa siga así.