Juega Argentina y el país se paraliza. Messi: omnipresente en la hinchada y la publicidad. Borges y dos copas mundiales: orgullo trasandino pese a que el escritor no pescaba la pelota. El milagro del fútbol hace menos visible -al menos por un par de semanas- la miseria. La albiceleste y la pelota se toman los corazones argentinos desde la primera infancia. La tragedia económica argentina sigue ahí pese a la fiebre mundialera. A los extranejeros les cuesta entender el trance futbolero que se vive acá. Nadie quiere perderse los partidos de la selección. ¿Te gustó? Apreciar Revisa otros artículos La guerra de la jibia Ver El antídoto Actual El sueño eterno Ver En Fútbolandia Ver 21 otra vez Ver Urgencia Animal Ver Esperanza Colectiva Ver Recomenzando Ver Anterior Siguiente Volver a reportajes