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Negocios en Verde

Por Gabriela Morchio y César Pincheira. / 15 de marzo de 2018

Las nuevas generaciones no lo saben (y no tienen por qué saberlo), pero a mediados y fines de los ochenta era un gran panorama de la juventud porteña pegarse un pique a la capital y visitar todos los años la FISA (Feria Internacional de Santiago). Era LA oportunidad de encontrarse con novedades del mercado que sólo estaban disponibles allá y que llenaban de gozo los corazones neo liberales de los chilenos hijos de los nuevos paradigmas económicos introducidos por la dictadura militar. Luego, claro, el formato de feria para la venta de productos y servicios se hizo masiva y en todo Chile y en la actualidad sirven para que los diferntes sectores industriales se enteren de las tendencias en sus respectivos negocios, tal como ocurre con Expomin en el caso de la minería, la FILSA en el negocio editorial y la ExpoNaval en el caso de la multimillonaria industria bélica. Pero no sólo en los negocios tradicionales el formato feria llegó para quedarse: en el caso de los negocios emergentes también se está utilizando con ganas. Prueba de ello fue la realización a comienzos de marzo del “Encuentro Cultura Recreativa, Cannabis Tour”, en Valparaíso. El espacio nace, según sus organizadores “por la necesidad de tener un espacio para encontrarmos entorno a la Cultura Cannabica”, agregando que su objetivo filosófico es “promover de forma responsable este estilo de vida en la sociedad chilena y conformar juntos una opinión y una eventual estrategia para erradicar definitivamente factores de real peligro para nuestro entorno humano y natural. Siempre expresándonos con tolerancia, respeto, inclusión y amor sobre la cultura cannábica desde lo educacional. Creemos en el derecho natural a ser dueños de nuestras vidas, creemos en el autocultivo y promovemos el ejercicio del mismo en tanto busque satisfacer las necesidades personales y próximas en el tiempo de cada adulto responsable, sea su fin último el consumo medicinal o recreativo”. Suena bien. En la práctica, se trata de un espacio donde cerca de 40 stands reciben a numerosos actores relacionados con la industria del cannabis exhiban sus productos y servicios, todo ello acompañado de un variado programa cultural y artístico para sus visitantes, que en principio se calculaban en 2 mil personas diarias, lo que habla de la expansión de este negocio a nivel nacional, lo cual se ve reflajado también en la proliferación de tiendas (grow shop) en las ciudades de todo Chile donde se puede obtener desde la semilla hasta el set completo de cultivo doméstico de marihuana (in door). Hay acá una paradoja: mientras el consumo de marihuana es legal siempre y cuando sea de uso “personal, exclusivo y próximo en el tiempo”, si dos o más personas se ponen de acuerdo para consumir en un lugar público o privado, eso es ilegal y se considera como falta. Además, si eres sorprendido con cannabis en tu casa, se te puede acusar de microtráfico o tráfico dependiendo del (des)criterio de la autoridad policial. ¿Qué pasa con el auto cultivo? Según la Ley 20.000 el cultivo de marihuana es absolutamente legal, sin constituir falta ni delito, pero se debe acreditar que es para uso “personal, exclusivo y próximo” y/o para uso medicinal, lo cual muchas veces es complejo de demostrar ante un juez. Por ello, la Fundación Daya, que promueve el uso medicinal de la planta, lo indica con claridad al momento de analizar el proyecto de ley que avanza en la Cámara de Diputados: “Lo que viene a hacer este proyecto de ley es definir y enmarcar más esta legalidad para que no quede a disposición de un juez determinar si es personal o no el cultivo de cannabis. Esta ley determina hasta qué cantidad es considerada consumo personal. Es necesario definirlo, porque es ahí, en esa línea, donde se produce la vulneración de derechos”, comentó a El Ciudadano la presidenta de la Fundación Daya, la actriz Ana María Gazmuri. Y aunque probablemente se esperaba más gente de la que llegó al encuentro en Valparaíso, lo cierto es que la sola realización de este tipo de actividades da cuenta que en Chile la industria de la cannabis está llegando a un punto en que se hace inevitable que como sociedad se establezcan reglas de juego que dejen a todos los actores -desde los productores de semillas hasta los fabricantes de pipas de vidrio, pasando por los fertilizantes, la comida y hasta la cerveza canábica- conformes y sonrientes en lo económico también. En la organización tienen claro por qué: “Creemos en la vida, en el amor, en el autosustento y en la libertad. La cannabis libre representa todo aquello en una sola y simple forma natural”, concluyen.

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