Imagen & Periodismo

  • PORTADA
  • REPORTAJES
    • + Historias
  • PROYECTOS
  • QUIENES
    • CONTACTO
hdnyc1
hdnyc2
hdnyc3
hdnyc4
hdnyc5
hdnyc6
hdnyc7
hdnyc8
hdnyc9
hdnyc10
hdnyc11
hdnyc12
hdnyc13
hdnyc14
hdnyc15
hdnyc16
hdnyc17
hdnyc18
hdnyc19
hdnyc20
hdnyc21
hdnyc22
hdnyc23
hdnyc24
hdnyc25
hdnyc26
hdnyc27
hdnyc28
hdnyc29
hdnyc30
hdnyc31
hdnyc32
hdnyc33
hdnyc34

¿Te gustó?

Apreciar

Revisa otros artículos

Valpo no es Chile Ver Big Babilonia Actual Tambores de guerra Ver Miren como sonríen Ver Patrias & Matrias Ver El otro Viña Ver Tan cerca, tan lejos Ver Banderas porteñas Ver
Anterior Siguiente Volver a reportajes

Big Babilonia

Por César Pincheira / Nueva York / 9 de noviembre de 2018

Nueva York es un asunto de escalas. De proporciones. De densidades. Imposible no transitar por sus calles sin sentir el peso de la industria cultural occidental que durante décadas nos ha vendido la idea de la Gran Manzana a través de películas, series de televisión y Frank Sinatra. Una ciudad que está orgullosa de lo que es y que ha encontrado en los rascacielos otro motivo simbólico para ello. Al visitar el memorial por las casi 4 mil víctimas de las Torres Gemelas queda claro por qué los golpearon ahí, donde precisamente reside una parte clave de su orgullo citadino junto con la elevación a la categoría de héroes de sus policías y bomberos. En Nueva York conviven hoy las emociones de la paranoia por la inseguridad con el deseo cotidiano de libertad. 24 horas después que un sujeto matara a casi una decena de peatones y ciclistas con una camioneta arrendada en Home Depot, las calles lucen plagadas de policías con perros que te husmean con absoluto desparpajo, pero también llenas de turistas cuyos rostros se iluminan con los letreros de Times Square. Al parecer el miedo no le está ganando al vértigo de la vida por estos lados. Pero el Museo de la Ciudad de Nueva York entrega pistas del origen y fundamentos de esta metrópoli que se vende como al ciudad que nunca duerme. De partida, Nueva York nació como un puerto. Claro el primer negocio fue el de la venta de esclavos africanos por parte de los colonos holandeses, pero luego se diversificó convirtiéndose en uno de los polos de comercio internacional más importantes del globo que ya no trata esclavos pero que sí atrae migrantes de todo el planeta. Porque NY se ve a si misma como una ciudad progresista. Acá han tenido origen buena parte de las luchas reivindicatorias por los derechos sociales y culturales que luego se expandieron por el globo. NY se siente una ciudad amante de lo diverso y tolerante con lo foráneo. Cientos de idiomas y lenguas, colores de piel y aromas corporales compiten en las calles por robarse la atención del observador. Olas migratorias que han ido desde los ingleses hasta los italianos, pasando por los latinos y más recientemente jamaicanos y gente de Europa del Este. Por eso acá la turismofobia suena como un mal chiste. Los catalanes pueden reclamar que los guiris les ensucian Barcelona con su turismo de cerveza en la playa y escándalos en la vía pública. Los romanos. Los venecianos también odian a los turistas. Pero el neoyorquino no puede reclamar ese tipo de contaminación porque esta es una ciudad construida por trozos venidos de cuanto rincón tiene el mundo. Acá no hay nada que contaminar porque todo sabe a mezcla y huele a café y tocino y otras frituras extranjeras preparadas en carros que ocupan las esquinas de Manhattan. Los neoyorquinos se saben habitantes principales de un planeta Tierra pintado con miles de colores. No tienen problema en entablar conversación con cualquiera en la calle o en el Metro. Acá es políticamente incorrecto discriminar pero sobre todo es ridículo. Atrás han quedo las escenas de violencia callejera o los vagones del tren subterráneo rayados con grafiti. Las ratas siguen ocupando los andenes en las noches, pero a nadie parece importarle. Aunque los jóvenes nacidos acá hablan y se sienten neoyorquinos, las comunidades extranjeras que los vieron nacer ya no necesitan pedir permiso para cuidar y promover sus raíces. En el aeropuerto JFK los letreros están en inglés y en español. Una vendedora latina comenta que antes evitaba hablar en castellano en público para evitar la discriminación, pero que ahora todo fluye con naturalidad. Su mamá -que llegó hace 20 años desde México- no habla inglés. Según ella, no lo necesita. Nueva York se te queda en la retina como un trauma ocular. No es una ciudad bella en el estilo de Florencia o Barcelona. Luce sucia de noche y no son pocos los desequilibrados mentales que recorren sus calles de día y comparten esquinas de noche con los sin casa que mendigan silenciosos con letreros donde explican su caída. Pero es una urbe que atrae a quienes admiran las ciudades como sistemas humanos complejos y que hacen equilibrio sobre el caos de la diversidad mezcada con el terror de saberse un imán cultural amado y odiado por el resto de los mortales. Los que no viven como ellos, gusanos felices, envidiados y estresados dentro esta Gran Manzana.

Tipo de Artículo

  • # César Pincheira G.
  • # Portada
  • # REPORTAJES

categoría

  • INSTANTÁNEAS
  • PROYECTOS
  • Sin categoría
© huelladigital.cl 2025
Usa las flechas para navegar